El vídeo viral o en busca del Arca perdida

Estas reflexiones parten de una conversación con un colega de profesión que, al hablarme de su actividad profesional, me comentó que era especialista en «el vídeo viral». Se me puso una cara similar a la de la niña del famoso meme.

TeethGirlMeme

Un montón de ideas pasaron rápidamente por mi cabeza: ¿especialista en vídeo viral? ¿Cómo? ¿Es eso posible? Teniendo en cuenta la lucha actual de las marcas por conseguir viralizar sus contenidos en medios sociales pensé que este chico había descubierto la famosa fórmula de la Coca-Cola. Enseguida llegué a la conclusión de que ser especialista en crear vídeos virales es imposible, tan imposible como intentar controlar el tiempo o como encontrar el Arca de la Alianza.

Si tenemos en cuenta que algunas definiciones de qué es un vídeo viral incluyen factores como que este tipo de vídeos se caracterizan porque se hacen populares por el intercambio entre usuarios y no a través de una publicidad centralizada podemos decir desde ya que es imposible crear un vídeo viral.

Podemos intentarlo pero nadie nos garantiza que vayamos a tener éxito porque ¿Cómo narices (y perdonarme la expresión) vamos a saber qué va a provocar que la gente comparta de forma masiva un vídeo? ¿Alguien podría prever que un vídeo de un gato con camiseta tocando un teclado iba a tener un éxito rotundo? ¿A alguno se le pasó por la cabeza pensar que un niño gordo imitando una lucha con sables lásers de Jedi iba a reventar las reproducciones de YouTube? Pues claro que no, señores y señoras.

Los vídeos virales tienen un factor aleatorio que es imposible controlar. Desde luego, muchos apelan a las emociones o al sentido del humor, pero creo que más que otro factor, el momento en que el vídeo se viraliza es clave. Lo que ayer era el no va más en YouTube hoy son old news, si me permitís la expresión, por eso opino que los vídeos virales ni nacen ni se hacen, simplemente suceden.

Esta aleatoriedad se vuelve una locura cuando trabajamos en el mundo del social media marketing y nos encargan «un vídeo viral». Así, como quien pide un café. Si en su misma definición un vídeo viral se caracteriza porque no se hace popular por una publicidad planificada sino por el intercambio entre usuarios y en la Wikipedia me cuentan que estos vídeos se suben a la red sin la intención de causar tal impacto, la petición de tu jefe o de tu cliente se convierte en una tarea épica.

Pero tranquilos, que no cunda el pánico, sí que hay ciertos criterios que pueden ayudarnos a hacer que un documento audiovisual consiga más reproducciones:

  • Un buen storytelling.
  • La creatividad.
  • Que sorprenda o genere emociones en el público al que va dirigido.
  • Una buen trabajo de edición y montaje.
  • Difundir, difundir y volver a difundir.

Desde ya mismo digo que aunque nuestro vídeo cumpla todos estos requisitos y consigamos hacerlo llegar a un gran número de usuarios potenciales no garantiza la viralidad del mismo por este factor aleatorio, por ese timming que nadie puede prever, por esa barrera que vamos a tener que superar cuando el usuario se entere de que el vídeo no solo no es espontáneo sino que detrás de él hay una marca.

Y termino preguntándome como mi compañera Vega Pérez-Chirinos hizo en este gran post, ¿Realmente es tan efectivo un vídeo viral para una marca que quiere potenciar un producto o un servicio? ¿No es mejor llegar a las personas que realmente son nuestro target? Y si no se os ocurre respuesta, pensad en el famoso viral que vivimos las pasadas Navidades con el anuncio de la Lotería… Todo un despropósito de burlas y parodias que en mi opinión, poco han favorecido a la marca.

Author: Olga Lareo Adicta al Social Media. ¡Sígueme en @daennerys!